Hablaba de esto el sábado Jaume Clotet en su artículo y hoy remacho el clavo en la misma dirección. Un año más avanzamos por los caminos del desarraigo y la destrucción de la identidad de la mano de unos dirigentes cuya diarrea mental camina pareja a su falta de altura política.
A estas alturas de la película —y de la vida— que cuatro inútiles con el cerebro tan lleno de consignas como vacío de conocimiento intenten dejarme sin el derecho a la palabra, no me sorprende nada.